•17:15


Solamente en el silencio se puede vivir, pero no en el silencio de palabras y de obras..., no; es otra cosa muy difícil de explicar... Es el silencio del que quiere mucho, mucho, y no sabe qué decir, ni qué pensar, ni qué desear, ni qué hacer... Sólo Dios allá adentro, muy calladito, esperando, esperando, no sé..., es muy bueno el Señor. (Beato Rafael Arnáiz)
•19:50

La ceremonia tendrá lugar en la plaza de San Pedro. Entre este acto y otro celebrado el 26 de abril, serán canonizados también un gerundense, cuatro italianos, un belga, un polaco, un portugués y una francesa


El Beato burgalés Rafael Arnaiz Barón será nombrado Santo el domingo 11 de octubre según anunció Benedicto XVI durante el Consistorio Ordinario Público para la canonización de nuevos santos, que tuvo lugar ayer en el Palacio Apostólico en el Vaticano. La canonización del burgalés se producirá junto a la de otros nueve beatos: un gerundense, el padre dominico Francisco Coll Guitar, cuatro italianos, un belga, un polaco, un portugués y una francesa.
En la Sala Clementina, ante la presencia de numerosos cardenales, prelados y religiosos, Su Santidad celebró la Hora Sexta, comunicando a la Curia Romana (delegaciones religiosas de los Beatos) cuando tendrían lugar las ceremonias en las que se celebrarán las solemnidades. Divididos en dos eventos, su escenario será la plaza de San Pedro, en el Vaticano, el 26 de abril y el 11 de octubre. Fue el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el arzobispo salesiano Monseñor Angelo Amato, quien presentó unas breves biografías de los diez Beatos a los asistentes al anuncio papal en lengua latina.
La elección de las fechas ha agradado a las delegaciones españolas, pues tendrán más tiempo para organizar los viajes a la Ciudad Eterna para octubre, cuando la temperatura es casi veraniega y benigna. Por su parte, en abril acudirán los italianos, que tienen más asequible el traslado a la localidad.
Por los dominicos, la Orden de los Padres Predicadores fundada por el burgalés Santo Domingo de Guzmán, asistirá al acto el Maestro general Carlos Alfonso Azpiroz Costa. En la misma ceremonia, en la que serán canonizados los Beatos Rafael Arnaiz y Francisco Coll, también estarán presentes el belga padre Damián, apóstol de los leprosos en la isla Molokai en el archipiélago de las Haway, el polaco Zygmunt Szczesny Felinski y la francesa Marie de la Croix (Juana) Jugan. En el evento de abril, serán canonizados los cuatro italianos: Arcangelo Tadini, Bernardo Tolomei, Gertrude (Caterina) Comensoli, Caterina Volpicelli y el portugués Nuno de Santa Maria Alvares Pereira.
Fue el pasado 6 de diciembre cuando el Santo Padre autorizó en una audiencia privada a Monseñor Angelo Amato, Prefecto de la Congregación, a promulgar los decretos del milagro, que atribuyó a algunos de los Beatos, entre éstos al Hermano Rafael. De este modo, la espera por conocer el día de la canonización ha sido llevadera, constituyendo una enorme alegría en los asistentes al ser finalmente confirmada, entre otros el Cardenal español Antonio Canizares, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y arzobispo de Toledo, los eméritos Eduardo Martínez Somalo y Julián Herranz Casado, y el portugués José Saraiva Martins, Prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos.

fuente: http://www.revistaecclesia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=8665&Itemid=64
•19:41
•21:26
•22:09

Bendito Jesús, ¿qué me enseñarán los hombres, que no enseñes Tú desde la Cruz?

Ayer vi claramente que solamente acudiendo a Ti se aprende; que sólo Tú das fuerzas en las pruebas y tentaciones y que solamente a los pies de tu Cruz, viéndote clavado en ella, se aprende a perdonar, se aprende humildad, caridad y mansedumbre.

No me olvides, Señor..., mírame postrado a tus pies y accede a lo que te pido.

Vengan luego desprecios, vengan humillaciones, vengan azotes de parte de las criaturas..., ¡qué me importa! Contigo a mi lado lo puedo todo... La portentosa, la admirable, la inenarrable lección que Tú me enseñas desde tu Cruz, me da fuerzas para todo.

A Ti te escupieron, te insultaron, te azotaron, te clavaron en un madero, y siendo Dios, perdonabas humilde, callabas y aún te ofrecías... ¡Qué podrá decir yo de tu Pasión!.. Más vale que nada diga y que allá adentro de mi corazón medite en esas cosas que el hombre no puede llegar jamás a comprender.

Conténteme con amar profundamente, apasionadamente el misterio de tu Pasión, y aprenda a sufrir de la manera que Tú lo hiciste. Ya sé que eso es el imposible de los imposibles, pero mira Señor Jesús mi intención.

¡Qué dulce es la Cruz de Jesús! ¡Qué dulce es sufrir perdonando!

¡Qué dulce es sufrir abandonado de los hombres estando abrazado a la Cruz de Cristo! ¡Qué dulce es llorar un poquito nuestras penas y unirlas a la Pasión de Jesús! ¡Qué bueno es Dios, que así me prueba, y desde su Cruz santa, me enseña! Me enseña sus llagas manando sangre inocente; me enseña un semblante del que en medio de la agonía y del dolor, no salen quejas, sino palabras de amor y de perdón.

¡Cómo no volverme loco!... Me enseña su Corazón abierto a los hombres, y despreciado... ¡Dónde se ha visto ni quién ha soñado dolor semejante!

¡Qué bien se vive en el Corazón de Cristo! ¿Quién se puede quejar de padecer?

Sólo el insensato que no adore la Pasión de Cristo, la Cruz de Cristo, el Corazón de Cristo, puede desesperarse en sus propios dolores.

Pero el que de veras ame, y sienta lo que es unirse a Jesús en la Cruz, ese bien puede decir que es sabroso el padecer, que es dulce como miel el dolor, que es un enorme consuelo el padecer soledad tedio y tristeza por parte de los hombres.

¡Qué bien se vive, junto a la Cruz de Cristo!

Cristo Jesús, enséñame a padecer... Enséñame la ciencia que consiste en amar el menosprecio, la injuria, la abyección... Enséñame a padecer con esa alegría humilde y sin gritos de los santos... Enséñame a ser manso con los que no me quieren, o me desprecian... Enséñame esa ciencia que Tú desde la cumbre del Calvario muestras al mundo entero.

Mas ya sé..., una voz interior muy suave me lo explica todo..., algo que siento en mí que viene de Ti y que no sé explicar, me descifra tanto misterio que el hombre no puede entender... Yo, Señor, a mi modo, lo entiendo..., es el amor..., en eso está todo... Ya lo veo, Señor..., no necesito más, no necesito más... es el amor, ¿quién podrá explicar el amor de Cristo?... Callen los hombres, callen las criaturas... Callemos a todo, para que en el silencio oigamos los susurros del Amor, del Amor humilde, del Amor paciente, del Amor inmenso, infinito que nos ofrece Jesús con sus brazos abiertos desde la Cruz.

El mundo loco, no escucha... Loco e insensato vuela embriagado en su propio ruido..., no oye a Jesús, que sufre y ama desde la Cruz.
•21:53
•21:41
•19:30

"Debemos poner una sonrisa delante de cada cruz, de modo que nosotros vivamos esa cruz pero que los demás solo vean la sonrisa."
•22:43




Rafael Arnáiz Barón nace en Burgos (España) el nueve de abril de 1911, y allí vive sus primeros años. Es el primogénito de los cuatro hijos de una familia enriquecida por hondas convicciones cristianas, que calarán profundamente en la personalidad del propio Rafael. Se educa en colegios dirigidos por la Compañía de Jesús, tanto en Burgos como en Oviedo, ciudad a la que se trasladó su familia en 1922, por exigencias profesionales de su padre.



Al llegar a la adolescencia, se revela en Rafael una notable riqueza humana, intelectual y espiritual, que se manifiesta en su talante personal abierto y positivo, y en su profunda sensibilidad que se va desarrollando en inquietudes y en contacto con la naturaleza, la pintura y las demás artes.
•22:47

La armónica integración en su personalidad de este conjunto de elementos con la visión y el sentido cristiano de la vida y de la realidad, hacen cristalizar en él, aún después de haber iniciado la carrera de arquitectura, la vocación monástica cisterciense, por la que opta - según sus propias palabras -: "siguiendo los dictados de su corazón hacia Dios, y el ansia de llenarse de Él".


Así ingresó en el monasterio cisterciense de San Isidoro de Dueñas, el 15 de enero de 1934, presentando como único bagaje personal "un corazón muy alegre y con mucho amor a Dios".
A partir de entonces parece como que el proceso personal de Rafael se precipitara: sólo le quedan cuatro años de vida, pasados en temporadas alternativas entre la casa familiar y la comunidad monástica, a causa de una diabetes sacarina, manifestada repentinamente a los cuatro meses de su ingreso. La enfermedad le obligó a dejar el noviciado y marcó, con su evolución, las distintas salidas y reingresos, que ponen en evidencia la firmeza de su convicción vocacional y la generosidad de su entrega, hasta morir en la enfermería del monasterio el 26 de abril de 1938.